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EL CILINDRO DE CIRO 

Rey de Persia, llamado Kurus por los antiguos persas, Kuras o Kurras por los babiloneos, Korescá por los hebreos, Kyros por los griegos y Cyrus por los latinos. Su juventud, hasta poco antes de su advenimiento al trono, se halla envuelta en el misterio, así como otros muchos pormenores de su vida que no se han podido esclarecer aún. Según la tradición recogida por Heredoto, Ciro fue hijo de Cambises y de Mandana, hija del rey meda Astiages. Este había soñado, poco antes del nacimiento de aquel, que una cepa, salida del seno de su hija, crecía tanto que daba sombra a toda Asia. Los adivinos interpretaron el sueño como un presagio de que el nieto de Astiagues llegaría a ser muy poderoso y destronaría a su abuelo, por lo que este dio orden de que lo matasen después de nacer. Hapago, ministro del rey no atreviéndose a cumplir la orden, entrego el niño a un pastor quien, en lugar de darle muerte, lo recogió en su casa y lo cuido como si fuera hijo suyo, hasta que un día, en ocasión de hallarse jugando con otros niños de su edad que lo habían designado como rey, hubo de castigar con tanta dureza a uno que se había pegado a obedecer, que el padre la victima, un noble meda, fue a quejarse a Astiges, quien respondió que había hecho bien el falso hijo del pastor y lo mando comparecer en su presencia, y habiendo notado cierta semejanza entre el niño y su hijo, concibió la sospecha de que sus órdenes habían sido incumplidas, lo que le confirmaron Hapago y el pastor.

Ciro fue reconocido por su abuelo que, arrepentido de su crimen, lo colmó de caricias y lo envío junto con sus padres, que se hallaban en Persia, en donde transcurrió su juventud hasta su advenimiento al trono, que es otro de los puntos más obscuros de la historia del rey de Persia. Parece que en 560 ó 559 a. c. predico la revuelta contra el yugo meda y logro poner de acuerdo a los jefes de las tribus persa, titulándose sátrapa instituido por el rey de los medas. Después se declaró independiente y gobernó el país hasta 552 en que Astigues fue contra él con objeto de someterlo, siendo vencido y cayendo prisioneros

La relación de sus campañas difiere poco en todas las versiones y únicamente hay disconformidad en la muerte del héroe que Herodoto supone ocurrida en una batalla contra los masagetas, pueblo gobernado entonces por la reina Tomiris, cuyo hijo fue hecho prisionero pro Ciro y se suicidó ante la vergüenza que le causara, pero, derrotado a su vez persa por aquella, murió en la refriega y Tomiris le hizo cortar la cabeza y meterla en un odre lleno de sangre para que saciase su sed de ella.
Hasta aquí Herodoto, pero según Ctesias, que había podido consultar los archivos de Persia, la versión del gran historiador griego que no es más que una fabula, pues el famoso rey no tenía ningún grado de parentesco con Astiages, siendo su verdadero nombre el de Agradato, que después cambio por el de Ciro. Parece que venga a confiar la opinión Ctesias la literatura de inscripciones cuneiformes, de la que se citan tres monumentos históricos. El primero es el llamado El Cilindro de Ciro, descubierto en 1879 en un túmulo arruinado de Babilonea y descifrado por Rowlinson; el segundo es la Inscripción Cilindrica de Sippar; y el tercero llamado Anales Nabínidos. Astiagea de Media se llamó en los Ischtumeger, rey de los Umman – Munda

Ciro no figura sino con el nombre del rey de Persia (Perseo); llamándole en cambio rey de Apzan ó Aneban. Este país, que según El Cilindro de Ciro era ya el reino de tres de sus antepasados, era verosímilmente el territorio limítrofe entre Elam y Persia. Nabidines cuenta con orgullo que Ischtumeger, conquistador de Asiria, destructor de Harran y que había amenazado a Ciro, fue vencido por este (El menor de sus vasallos) que le hizo prisionero. Ensancho los límites de su imperio por el Norte y el Este, por las guerras con Hircania, Partia, Bactria, India y Armenia. Guerrero contra Creso, rey de Lidia, venciéndolo en Pteria en 549, ocupando sardes y sometiendo el imperio lidio.

Con el fin de asegurar su denominación en Fenicia y Siria, permitió en 537 a los judíos cautivos en Babilonia que regresaran a su país. Parece que dedico los últimos nueve años de su reinado a consolidar sus conquistas y, sobre todo, a dar instituciones a Persia, restableciendo el culto de Ormuz y la doctrina de Zoroastro, y se distinguió por su bondad y tolerancia, siendo considerado, según Herodoto, como padre de su pueblo. Su muerte, como antes decimos, permanece en el misterio, pues aparte de la opinión de Herodoto, hay la de Ctesias que dice que fue muerto en su guerra (529) contra la tribu de los derbicas, mientras que Janofonte cree que murió en su lecho y rodeado de su familia y servidores. Los relatos de Estrabos y de Ario demuestran que el de Herodoto no es histórico en absoluto, ya que el cuerpo del conquistador Persa fue hallado entero y sepultado en Pasagarda, en un magnificó monumento que hizo construir a su hijo Canabises y de cuya custodiá se encargo a los magos. El sepulcro fue saqueado por los macedonios y restaurado por Alejandro magno, encontrándose en él la inscripción siguiente: “¡Oh Mortal! yo soy Ciro, hijo de Cambises, que ha establecido la supremacía de los persas y ha reinado sobre el Asia. No me prives de este momento“. Hoy se ignora donde estaba situado el sepulcro, pues aunque se ha querido identificar con unas ruinas existentes en Murgab, los persas creen más verosímilmente que pertenezcan a la tumba de Casandana, la esposa de Ciro, que murió antes que él.

De su matrimonio con Casandana tuvo dos hijos varones, Cambises, que le sucedió, y Esmerdia, y varias hijas, entre ellas Atosa, que casó sucesivamente a sus dos hermanos y después con Dario siendo por lo tanto madre de Jerjes. Aun cuando la verdad sobre su persona y sobre su reinado dista mucho de haberse establecido con certeza, Ciro es considerado como una de las figuras más grandes de la historia pues a un mismo tiempo fue hombre de guerra y administrador, y empleo procedimientos humanitarios para con su pueblo, que veían en el más a un padre que a su soberano, acostumbrado como estaba al despotismo y a la crueldad de los otros reyes.

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