JESÚS DE NAZARETH

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JESÚS DE NAZARETH

Redentor de la humanidad, hijo de José y la Virgen María. Para los cristianos es el hijo de Dios. Se anuncia al pueblo de Israel como el Mesías El Salvador desde el Antiguo Testamento; se convierte después en el personaje central del nuevo Testamento. Declara la igualdad entre los hombres ante los ojos de Dios y un juicio justo.

A Jesús se debe el nacimiento del cristianismo y con él se da inicio a una nueva era de la Humanidad. Según las Sagradas Escrituras, los profetas anuncian su venida entre los judíos y mediante ellos Dios prepara a su pueblo, el elegido. El mismo Dios comunica su llegada a Adán, antes de ser expulsado del paraíso, después de que este cae en el pecado por la soberbia. Jesús viene al mundo para reparar en el hombre su desobediencia y levantarlo de su prestación. Asimismo, tiene la misión de anunciar la resurrección y la existencia de otra vida (Jn 2, 25).

Pese a que llega a Israel, pueblo elegido y preparado por Dios, su evangelización está destinada a todos los pueblos del mundo que se entienden como pueblos de Dios, según se aclara en el Éxodo (19,5). Los Israelitas no comprenden sus enseñanzas y confunden a Jesús con su caudillo, quien luchara por una sociedad más floreciente y llena de paz, semejante a la que se vivió en tiempos de David y Salomón. El judaísmo, que por la época del nacimiento de Jesús vive un resurgimiento religioso, proclama la llegada de ese emancipador, caudillo y capitán desvirtuando lo que dios había anunciado, por medio de los profetas. Tal aspiración tiene un antecedente histórico, ya que mucho tiempo antes de la llegada de Jesús, desde el siglo VII a.c., el pueblo israelita había vivido bajo el dominio de distintos imperios invasores. Primero fueron los asirios y luego los babilonios, que después de la invasión los destierra de Judá, y les impide establecerse como una nación independiente. Al imperio babilónico le sucede luego el persa y más tarde el macedonio. Con la muerte de Alejandro Magno, 323 a.c., su territorio es disputado por distintos reinos que sobreviven el Imperio de Alejandro y cae bajo el dominio de uno y otro.

Con el inicio de la dinastía Macabea, los israelitas viven una época de paz y de autonomía, pero las pugnas que se suceden en sus postrimerías propician la intervención de Roma en los asuntos de Judea para imponer la paz en la nueva provincia del Imperio. La figura más importante de esta dinastía es Herodes de Grande, a quien se le conoce por sus grandes construcciones y sus crímenes execrables, bajo su mandato, Israel vive un periodo de cierta autonomía y se le permite el funcionamiento de algunas instituciones como el Sanedrín para el manejo de los asuntos internos. En este marco histórico y político nace Jesús.

Judea

A los 30 años comienza su predicación. Los episodios de su infancia y adolescencia están rodeados por el misterio. Por los evangelios apócrifos, se sabe que crece al lado de José y María de Nazaret, donde lleva una vida modesta, sin mayores recursos y ayuda a su padre en los oficios de la artesanía. Desde niño demuestra en varios pasajes sus poderes divinos y una prematura sabiduría. Su misión salvadora en el mundo comienza cuando recibe de manos de San Juan Bautista, su precursor, el bautismo en las orillas del río Jordán. Desde entonces, los gentiles y conversos entienden el bautismo como un símbolo de su unión y dejan atrás su antigua ley judaica de la circuncisión. Después de su bautismo en Jordán, se retira al desierto durante cuarenta días para entregarse al ayuno y a la oración. Al cabo de este tiempo regresa al lugar donde predicaba San Juan Bautista, quien le saluda como Cordero de Dios.

Comienza su predicación en Nazaret, donde es menospreciado. Se dirige a Cafarnaún, donde según los evangelios tiene su primer encuentro con Pedro, más tarde vicario de su iglesia. En las inmediaciones de Cafarnaún elige a los doce apóstoles, los que le acompañaran en adelante en su peregrinaje de tres años. Inicia de esta forma la construcción de lo que da en llamar a la Iglesia, la cual compara al reino de los cielos, con una organización jerárquica propia que tiene como primeros reveladores de su doctrina a los apóstoles, entre ellos a Pedro como su cabeza visible.

Jesús hace llegar su mensaje por medio de parábolas

En su peregrinaje predica con las sinagogas, desmiente a los fariseos y a los escribas, sana enfermos y exorciza endemoniados, resucita muertos y, como hijo de dios, perdona los pecados. Este último hecho es sacrilegio a los ojos de los judíos y del Sanedrín, para quienes el único que puede absolver los pecados es Dios y no el hombre.

Jesús hace llegar su mensaje por medio de parábolas, llama a la misericordia y a la penitencia, advierte la proximidad del reino de los cielos y anuncia en tres ocasiones a los apóstoles la conspiración contra su vida y su próxima muerte y resurrección. Sin embargo, sus apóstoles se comprenden muy bien el significado de estos anuncios. En el tercer año de su vida pública el Sanedrín lo condena a muerte, lo lleva ante Poncio Pilatos, procurador romano en Judea y comienza lo que los Evangelios describen como el momento de la pasión. Judas Iscariote, uno de sus discípulos, movido por la codicia, lo entrega a los romanos en el huerto de Getsemaní, donde iba con frecuencia a orar. Horas antes de ser tomado preso, realiza en compañía de sus apóstoles la Última Cena, donde instituye la Eucaristía, que para los cristianos es el sacramento de su cuerpo y de su sangre, en memoria de la Pasión que precede a su muerte.

El evangelio de San Marcos relata este pasaje (Mientras comían, tomo pan y bendiciéndolo lo partió, lo dio a sus discípulos y dijo: “Tomad, este es mi cuerpo”. Tomando el cáliz después de dar gracias se los entrego y bebieron todos de él. Y les dijo: esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos. En verdad os digo que ya no beberé del fruto de vida hasta aquel día en que lo beba de nuevo en el reino de los cielos) (Mc 14,22-26). En la misma cena dicta el mandato de la fraternidad, que san Juan relata de esta manera: (Este es mi precepto, que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor mayor que este de dar la vida por sus amigos) (Jn 15,12-14).

El texto sagrado

Poncio Pilato, quien se encuentra pruebas para su condena, lo remite a Herodes Antipas, quien se desentiende de la sentencia y lo manda de nuevo a Herodes. Lo flagelan, lo coronan de espinas y lo exponen de escarnio del pueblo judío, que pide su crucifixión. Lo conducen al calvario, que en hebreo quiere decir (Gólgota) y muere crucificado con dos reconocidos ladrones. Junto a la cruz lo acompañan su madre, la Virgen María y Juan, uno de sus discípulos a quien imparte las últimas instrucciones. Lo entierran en un sepulcro cercano. Lo entierran en un sepulcro cercano. Los evangelios dicen que resucita al tercer día, después del sabático, que para los judíos es día de descanso dedicado a Dios.

Los Evangelios relatan después sus apariciones, la primera de las cuales sucede el mismo domingo de la resurrección ante sus apóstoles. La segunda aparición ocurre ocho días más tarde, cuando desmiente la incredulidad de su discípulo Tomás. En una tercera, confirma su confianza en Pedro como padre de la iglesia. El texto sagrado refiere su última aparición entre los apóstoles en Betania, en el monte de los Olivos, pasaje que se conoce como el de los Ascensión.

Con Jesús, se entiende el nombre que se da a la segunda persona de la Santísima Trinidad hecha hombre para redimir a los hombres. Su vida parte la historia en dos, antes y después de Jesucristo.